20160207

Artigo de Pablo Mosquera: La perversión del sistema democrático

Ciertos personajes que controlan, desde los partido políticos, el poder institucional, son culpables.
Han logrado instaurar la subcultura de la indecencia. Hoy en la sociedad española hay muchas personas que dan por hecho la indecencia de los que mandan. ¡Todos roban; al menos los que están ya lo han hecho; lo malo es que los que vienen han de hacerlo hasta que se harten!. Lo escuché en varias cantinas con sabor popular.
Han sometido al poder judicial. Con sus manejos, el ejecutivo tiene controlado y cautivo al legislativo que les sirve de cobertura institucional, y al judicial que les consiente conductas, privilegios y desmanes mediante fueros, dilaciones procesales e interpretaciones a inventario de mandarines.
Han entregado la soberanía nacional a las oligarquías. En España mandan los que representan al capital. Esos que provocaron la crisis, recibieron los rescates que pagamos los trabajadores e imponen sus dicterios sobre un modelo económico basado en la explotación de la mano de obra, la precarización del derecho al trabajo, la conversión de los derechos sociales en mercancías. En Europa mandan los poderes que emanan de los consejos de administración de las grandes multinacionales, de la que los políticos son meros empleados; incluso, y peor que en los tiempos de la lealtad al Estado Vaticano, cada vez que fuera preciso, se organiza una guerra con tres fines: cambiar mandarines, vender armas, invertir en la reconstrucción del país.
Han usado y abusado de una mayoría absoluta, fruto de la indignación con los responsables anteriores, para someter a desvertebración, indignidad, desprecio, mercantilización y desafuero, los marcos y contenidos de la ciudadanía como fuente constitucional de garantías en el Estado de Derecho.
Han instaurado una gramática dónde los conceptos como: estabilidad, radicalidad, serenidad, unidad, lealtad, sostenibilidad, libertad, gobernabilidad, etc., los interpretan, dictan y justifican al más puro estilo de lo que se hizo en los países de lengua castellana por boca y propaganda de las denominadas "Repúblicas Bananeras".
Tardó demasiado en organizarse la indignación popular. A pesar de la historia que muestra como el pueblo, tarde o temprano, saca fuerzas de flaquezas y promueve el cambio de ciclo.
Se instauró una pelea mediática entre las redes sociales, sin fronteras, y los medios de comunicación social controlados por los viejos poderes fácticos. Al menos se logró romper el denominado bipartidismo. Al menos se hizo realidad la presencia de los llamados emergentes. Al menos se terminó el gobierno entre una derecha ultramontana, reaccionaria, egoísta, impune a la corrupción; y una izquierda timorata, acomplejada, aburguesada, alejada de los viejos postulados fundacionales, comprada por las puertas giratorias, instalada en la mediocridad de sus dirigentes.
 Llegaron las elecciones generales y… sobre todo el PP, sufre de dislexia. Es incapaz para leer los resultados. Al menos dos muy contundentes. Cambio y rechazo. Los perdedores han sido los viejos partidos. Los ganadores los nuevos o emergentes.
Cambio significa: reformas y regeneración. Rechazo significa que alguno tendría que haber dimitido por higiene democrática. En cualquier país de Occidente, los dirigentes de una organización "podrida por la corrupción" se habrían marchado de inmediato. Aquí, no sólo siguen en el machito, es que dan lecciones de urbanidad, mensajes de miedo, y amenazan con usar una Cámara-Senado- dónde se refugian perdedores y aprendices de rufián, para obstaculizar cualquier proyecto que no pase por sus horcas caudinas.
No sabemos a ciencia cierta cómo termina esta historia. Llama la atención el inmovilismo del PP. Creen que siguen siendo el núcleo intangible del poder. Nadie hace una mínima autocrítica para valorar los motivos del rechazo que producen, y que les lleva a la soledad, máxime si Rajoy no se quita del medio. Han sido incapaces de asumir sus errores y siguen pensando que resistir es vencer. No han descubierto que hasta la derecha económica ha señalado a Ciudadanos como alternativa. Su falta de respeto al pueblo es algo inaudito. Siguen empeñados en que han superado la crisis gracias a su política. No se dan por enterados de cuatro acontecimientos de los que son máximos protagonistas: Las bolsas de pobreza frente al incremento del poder económico de una minoría. La inconsistencia de un mercado laboral que sólo traduce asientos contables en la EPA, pero no garantiza un salario y unas cotizaciones a la Seguridad Social, capaces de sostener el sistema socio-económico de las clases trabajadoras. La desvertebración de España como Nación se debe, mitad a sus errores, mitad a su cobardía, para afrontar el contencioso con Cataluña. La situación de la deuda española con el FMI, impide cualquier alternativa a la Inglesa y, condicionará durante muchos años la capacidad de gasto del Estado español, que ha sido intervenido según conveniencia de la UE.
 Políticamente, todo apunta a nuevas elecciones. Para que tal cita electoral de resultados compatibles con una coalición o pacto capaz de dar respuestas inmediatas a las demandas ciudadanas, se precisa de un cambio en determinadas cabezas de cartel electoral (PP y PSOE). Se hace imprescindible que la derecha haga catarsis de responsabilidades. Se necesitan gentes de Estado para acuerdos de Estado.

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